1 Empezamos la sesión en pie, con los dos pies paralelos a la anchura de las caderas, cuerpo relajado y brazos relajados a largo del cuerpo. Sentimos los pies en el suelo, averiguando si el punto de apoyo del pie se encuentra en la parte externa o interna, si el peso del cuerpo lo llevamos más hacia la parte anterior o posterior del pie. Seguimos sintiendo si las piernas, tobillos, rodillas y o cadera están nivelados o si hay una diferencia entre el lado izquierdo y el derecho. A continuación sentimos la columna vertebral. Localizamos donde hay más tensión y ponemos atención en ver si hay un equilibrio entre la lordosis y la cifosis de la columna. Una vez que hemos tomado conciencia de nuestro cuerpo podemos empezar a movernos.
2 Buscar la movilidad articular del cuerpo y la relación que tiene una articulación con otra: los hombros, las escápulas, la columna vertebral, la pelvis, las rodillas, el tobillo. Movemos el cuerpo de una manera suave sin ir al limite del rango de movimiento sintiendo la parte más profunda de la articulación. La respiración será tranquila y natural. Varios ejercicios se desarrollarán de pie buscando el punto de apoyo y la base en los pies. El centro del cuerpo, la faja abdominal, estará activada sobre todo el suelo pélvico y el transversus abdominis. Trabajamos la coordinación de brazos y piernas en el sitio y a continuación en desplazamiento. Buscamos la fluidez de la columna vertebral en ejercicios de flexión, extensión, rotación y flexión lateral.
3 Sentados en el suelo buscamos la movilidad de la columna a través de movimientos que empiezan en la pelvis ( la articulación sacro ilíaca). Buscamos la movilidad de la cadera elevando la pierna hacia la cabeza y descendiendo al suelo en una posición sentada. Sentimos la relación de las escápulas con la columna, usando varios ejercicios de rotación de la cabeza del húmero y de abducción y adducción de las escápulas. Averiguamos la importancia de los ojos y la mirada al ejecutar los ejercicios.
4 Volvemos a ponernos en pie. Sentimos el punto de apoyo en los pies. Buscamos el equilibrio. Realizamos de nuevo algunos ejercicios ejecutados con anterioridad y añadimos otros nuevos con el fin de notar, a través de la diferencia en la ejecución, la sensación de soltura y mayor movilidad en todo el cuerpo.
Beneficios de una sesión de body-flow
- Desarrolla la conciencia corporal.
- Ayuda a conocer partes de nuestro cuerpo de las que no tenemos conciencia.
- Relaja y ayuda a soltar tensiones musculares.
- Desarrolla una buena propiocepción de movimiento y espacio.
- Crea una mejor biomecánica y funcionamiento de nuestro cuerpo.
- Mejora nuestro punto de apoyo de los pies que transporta la fuerza desde la base.
- Al trabajar la capacidad pulmonar, mejoramos la oxigenación en la respiración.
- Mejora la autoestima.
- Mejora la postura corporal.